Carta a mi amado ausente: Hoy nos hemos encontrado. Tú no supiste que yo estaba ahí, pero yo pude verte. ¡Cuántas cosas quise decirte! Como que mi felicidad era inimaginable cuando me hiciste un cumplido; como que sentí vivamente que el insulto era yo. ¡Qué fácil es ver decaer un ideal! Mi amor, te escribo para tenerte presente cuando me ría de cómo te describí, para que, aún si no fuiste importante, pueda recordarte aún después de olvidarme de ti. Ni siquiera pude saber tu nombre, y estoy segura que no preguntarás por el mío. No quise decirlo, para que no lo supieras. Estoy convencida que, a pesar de todo, esta experiencia sirvió de algo.