Escribo a ti con motivo de enunciar preguntas que permanecerán ausentes en mi habla... Hasta nuevo aviso. ¿Me sos sincero? No me cuesta ver tus ojos y determinar que efectivamente hablás con la verdad. Pero la verdad no es suficiente en los casos en que se omiten ciertas cosas. ¿Acaso no notás que me doy cuenta de tu cautela al hablarme? Vivís cuidando tus palabras como si fueras a lastimarme con ellas. Ambos somos conscientes que a veces tienen más valor los silencios. Lástima que sea un valor tan destructivo. ¿Por qué me cuesta tanto creerte? ¿Por qué me cuesta tan poco quererte? Tengo ese pequeño contraste entre lo excesivo y lo escaso. Y, al final, soy muy consciente de que el error es totalmente mío. La oposición entre tu fortaleza y mi debilidad. ¿Se entiende por qué me muestro tan reacia a conocer a alguien? No quiero llegar al extremo de debilidad que explota en mí. Me debilita de a poco el alma y me estruja el corazón. Es preciso tratar de mantenerlo animado. ¿Por qué yo? Resu...