El principio no lo tuvo con ella, fui yo el soberano. Fue
ligera la diferencia entre ambas opciones: una la tomó y la otra no. Me
pregunto si habrá sido suerte u obra de mi misma como creadora; si hubiera sido
mejor que en su momento hubiera respondido de manera diferente; si pensó en mí
al decir sí; si me recuerda de la manera en que creo que me recuerda.
Nunca creí que esa cara de corazón fuera capaz de
identificar en sí lo que yo nunca provoqué. ¿Habrá pensado en cuánto me
afectaría? ¿Seguiré siendo su objeto de odio? ¿Tendrá otras intenciones?
Y si siguiera cuidándome a pesar de todo…
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