Y posó su mirada fuera de las
rejas de la ventana, le era inevitable mirar las rayas en el piso. No sabía lo
que esperaba, pero definitivamente quería verlo a través de alguna señal. Si no
la daba entonces daría todo por perdido hasta el día siguiente; siempre supo
que habría un "día siguiente", sólo no quería que ese "día
siguiente" se convirtiera en el de todos los días.
¿Qué habría de pasar? Lo que ya sabía que iba a pasar, lo
predecible, lo que adoptó con la casualidad, a lo que se expuso desde el
principio. Él muy bien lo sabía. Ella también. Ambos esperaban lo que
efectivamente habían de esperar: "lo de siempre". Y ella se vestiría,
¿y qué entonces? ¿De nuevo? A veces le gustaba peinarse más despacio para
ocupar tiempo, fingir que ya tenía algunas arrugas en la cara para aparentar
que ya estaba un rato más cerca de algo distinto.
Él la miraría y le diría lo mismo de siempre mientras ella bosteza
y demuestra asombro. Notablemente son peor combinación que varias bebidas
alcohólicas. Él la reprendería por haber hecho esa comparación, la miraría feo
y ella quizá lo rozaría. Él retrocedería y diría: "¡siempre lo mismo con vos!",
pero sólo eso. Nadie haría nada al respecto.
Y el contacto sería el mismo
contacto especial de siempre, sin ningún cambio, con las palabras afectuosas
repetidas, mismas manos, los movimientos de siempre… Es el mismo amor de
siempre, no hay nada memorable (digno de formar parte de la memoria). Y te
amaría como siempre, con mi amor inmutable que no sabe por qué es amor.
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