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Sigo pidiéndole disculpas por haberlo descuidado

No me daría cuenta cuanto tiempo pasé creyendo que mantener una relación así era como respirar (sin ningún aroma especial). Naturalmente la demanda era fácil de llevar, no negaré que la retribución era muy buena ni tampoco lo afirmaré del todo. Siempre hubo cosas que creí que se me irían de las manos, pero digamos que convivíamos bastante bien. Incluso llegué a pensar que podíamos seguir presenciando esa obra hasta que el director se cansara de dirigirla (creo que nunca quedó bien en claro quién era el director, más bien fue un acuerdo implícito entre dos actores que supieron cómo complementarse). Repetiré la idea más básica y la que más describe el lugar de "fundamental": era fácil de llevar.

Sin embargo, indiscutiblemente, supo existir un pequeño y casi imperceptible cambio dentro de ambos dos integrantes. Cuán insignificante sería que ninguno supo detenerlo. Es curioso cómo uno se acostumbra a una situación que no le genera esfuerzo alguno. 

Ella me miraba y yo la miraba; mentiría si dijera que veía el universo a través de sus ojos o sentía mil y una maravillas cuando sabía que yo era el objeto de sus pensamientos. Supongo que en ese mismo sentido nuestro amor era correspondido. Siempre supimos como dejarnos solos cuando queríamos y atendernos cuando necesitábamos. Nos decíamos a diario que prescindíamos del otro. 

Lo realmente curioso es el afecto que queda luego de que, en factos, ninguno sea indispensable. Porque no había ninguna maravilla, pero era entretenido mirar y tratar de encontrar otras cosas. Luego de ese corte, la soledad ya no es la misma soledad y la compañía se revé. Debe ser eso lo más doloroso, la concepción de compañía que queda. Durante algunos segundos me he planteado la ridícula posibilidad de estar a su lado, pero era tan fugaz que no me inspiraba recordarlo. No logré acordarme de su cara por el mismo motivo.

Fue de un momento a otro cuando me di cuenta que estaba desesperado por encontrar alguien para llenar mi corazón, pero no contaba con buscarla. Él simplemente reaccionó de un momento para otro cuando vio que había otra posibilidad, una mejor, algo que estaba obviando. No puedo culparlo por tomarme desprevenido teniendo en cuenta cómo se vació de un momento para otro, pero bien pudo haber reaccionado antes con algo, cualquier otra cosa.

No tenía en claro que no quería seguir, pero sólo por un caso de comodidad. Casi tan innecesario como cambiar es cuestionarse el por qué.

Me es inevitable pensar y darme cuenta que por uno o cuatro segundos puedo llegar a extrañarte. 

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