Las conté y me daría mucha vergüenza confesarlo, ya son muchas más de las que tenía planeado. Por suerte van a tener que colgarme de un piecito antes de que diga que ya van más de 41 veces este año. Aún más, van a tener que picarme con un palito la palma de la Srita. Derecha antes de que admita que todavía tengo planeado que no se acabe la numeración. A serte sincera, me parece totalmente lamentable siquiera pensar en que en algún momento llegarán a ser 42 acuosos parpadeos sin visualizarte.
Me fui despintando a falta de besos y exceso de gritos. Caía el esmalte a fuerza de lágrimas de ácido y manos de lija. Las figuritas de la pared se iban despegando y los mosaicos se decoloraban por montón. Había rastros de cal por todo el piso y yo había perdido la escoba. Había muchas voces y todas balbuceaban. Se creaban en un instante y morían ni bien terminaban de gritar. Se iban generando constantemente y eran cada vez más. Desistí y me perdí en las voces. Pasó el tiempo, convivía con ellas. Me llevaban como una pluma. Iba divagando en la suavidad de sus pasos. No me podía hacer daño, después de todo todas esas personas procuraban mi bien. Todas esas voces eran yo. Llegó un punto en el que todas las personas se pusieron en contra del medio. Yo dudaba, pero las dejé hacer. Quería ver hasta dónde llegaban. Me arrastraron, me expusieron, me desnudaron y me adornaron. Desistí y me perdí en las mentiras. Me guiaron hasta averiguar cuáles eran mis partes más bla...
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