El mundo se siente ruidoso, como si se hubiera elevado una plegaria para no callarse. No es distinción, él no es el mundo. Y como parte integrante, pero no fractal, el mundo padece su unanimidad. ¿Qué sentido adquiere el alarido generalizado cuando todos se están escuchando? Intuyo que hay un malestar causado por ningún enemigo. Cuando todos están de acuerdo ninguno puede ser culpable. Y todos estamos de acuerdo en que hay que gritar lava, brotar contra todos, o ninguno.
No hay representantes cuando son todos representantes. Siendo sincera, siento la conciencia putrefacta de verlo capaz de representar una aldea de gritones. Siento las orejas pudriéndose por todos ustedes, siendo él el comandante de una comunidad de exaltados.
Lo medité, quizá es violencia para conmigo por no recordar cómo clamar. Me estoy convirtiendo en un capullito de silencio, un pichoncito de brisa, un armadillo de nubes. ¿Y esos dónde se perdieron?
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