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A la chica del mercado

... sabía que ese destello en su cabello no podía pasar desapercibido. Tantos uniformes y ella, un poco de luz en sus puntas, un trozo de arco iris en sus lóbulos. Me pareció un desperdicio no agregar a sus colores un carmín de simpatía. Una brisa susurra que le gusta divagar, a veces sólo dos o tres segundos, en la fantasía de danzar en un vestido rubí de princesa, de llegar a ser distinta a todos sus iguales. Y en ese tic de acomodar su pelo castaño demuestra que quizá no es sólo ensoñaciones, sino que pertenece a otro lugar.

Me gustaría quedarme toda la noche tratando de descubrir sus ojos entre la oscuridad de su timidez. Sostener su cabello, que me deslumbren todas sus tonalidades, que me asombren todas sus tonalidades. Inventar nombres para todas las caricias que creo en cada tono. Entrever, zambullirme y derretirme en un coro de gamas. Penetrar en la lujuriosa escarlata que, por un segundo, dejó ver una hermosa fila perlada. Soñar en las variaciones de rojo en las que su sangre tiñe su carne. Ansío quedarme dormida en el suave coral de su piel...

... pero me explota igual el corazón sólo viéndola reír.

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