Desde el principio que vengo acertando sideralmente... El ser más cobarde de la literatura es Febo.
Aquél que encantando la inocente Esmeralda, desgastó su cuerpo y espíritu a su favor, huyendo en el momento justo en el que su elixir había acabado de manar. Dulces, dulces fluidos derramados en cascadas coaguladas y enmarronecidas.
Aquél ser cobarde que, jugando el papel de víctima, muere ficticiamente para volver cuando las aguas se hayan calmas. Finge amor para generar compasión y así conquistar con motivo único de conseguir lo que lo mantiene interesado.
Y hace turismo genital mientras ella es juzgada, condenada y su tumba profanada, siendo obligada a convivir por los siglos de los siglos con un ser al que nunca amó.
El Dios Sol. Dios Sol de los cobardes con sus rayos desgastadores y cancerígenos, creando tumores que no se dejan extirpar. Porque ella elige decir su nombre en un letal último suspiro, porque logra hallar el camino que la conduce a la fatalidad.
Aquél que encantando la inocente Esmeralda, desgastó su cuerpo y espíritu a su favor, huyendo en el momento justo en el que su elixir había acabado de manar. Dulces, dulces fluidos derramados en cascadas coaguladas y enmarronecidas.
Aquél ser cobarde que, jugando el papel de víctima, muere ficticiamente para volver cuando las aguas se hayan calmas. Finge amor para generar compasión y así conquistar con motivo único de conseguir lo que lo mantiene interesado.
Y hace turismo genital mientras ella es juzgada, condenada y su tumba profanada, siendo obligada a convivir por los siglos de los siglos con un ser al que nunca amó.
El Dios Sol. Dios Sol de los cobardes con sus rayos desgastadores y cancerígenos, creando tumores que no se dejan extirpar. Porque ella elige decir su nombre en un letal último suspiro, porque logra hallar el camino que la conduce a la fatalidad.
Y su luz se convierte en la sombra que transforma al amigo en enemigo. No todo lo que brilla es amor, no todo el amor lleva Felicidad y ésta brilla por su ausencia.
Sus pies cansados, y su corazón aún más, se refugian en los mocasines que una vez su madre le tejió. Pero el resguardo no la salva de la muerte.
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