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Blessed are the forgetful

No tengo la desgracia de tener las memorias al alcance de la mano. Yo las archivo en cajones que se pierden en el vacío, un vacío al que a veces accedo en un descuido. Pero, la mayor parte del tiempo, es como si nunca hubiesen existido. Y, por más que se manifieste como pura felicidad, es también un suplicio.

Cada historia que me cuentan la siento nueva, fresca, improvisada. Cada historia se reinventa en el momento que la cuentan, es verdad. Sin embargo, para los bendecidos es como si jamás hubiese existido algo parecido.

Me gustan las fotos, porque me hacen acordar momentos. Casi puedo palpar el recuerdo. El problema es cuando ya ha pasado demasiado tiempo. La foto se gasta, el recuerdo se gasta, la sensación se gasta. Y queda... una historia. Que le pasó a alguien, una vez, en determinadas circunstancias con determinados sujetos. Y ese alguien fue feliz y tuvo un amor y reía delante y detrás de la cámara.

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Dejé el miedo en el otro pantalón

Me fui despintando a falta de besos y exceso de gritos. Caía el esmalte a fuerza de lágrimas de ácido y manos de lija. Las figuritas de la pared se iban despegando y los mosaicos se decoloraban por montón. Había rastros de cal por todo el piso y yo había perdido la escoba.  Había muchas voces y todas balbuceaban. Se creaban en un instante y morían ni bien terminaban de gritar. Se iban generando constantemente y eran cada vez más. Desistí y me perdí en las voces.  Pasó el tiempo, convivía con ellas. Me llevaban como una pluma. Iba divagando en la suavidad de sus pasos. No me podía hacer daño, después de todo todas esas personas procuraban mi bien. Todas esas voces eran yo.  Llegó un punto en el que todas las personas se pusieron en contra del medio. Yo dudaba, pero las dejé hacer. Quería ver hasta dónde llegaban. Me arrastraron, me expusieron, me desnudaron y me adornaron. Desistí y me perdí en las mentiras. Me guiaron hasta averiguar cuáles eran mis partes más bla...

Una carcajada que podría revivir a un muerto

"Hoy el mundo colapsó volví a verla reír." Las gotas se mimetizan con el pigmento de su piel. Está azul. ¿Por qué nadie nota que está azul? Y a cada puntada del reloj se va ahogando. Las gotas se mimetizan con el relieve de su piel. Se derrite. ¿Por qué nadie nota que se está derritiendo? Y a cada puntada del reloj la va ahogando. Las gotas se mimetizan con el ánima. Están llorando. ¿Por qué nadie nota que sus almas sufren? Y a cada puntada del reloj se van hundiendo. Pero no importa, ella ríe. Nada duele cuando ella ríe. Los muertos la pagan riendo. Es por ello que él le devuelve la sonrisa, esa hermosa sonrisa. Él ruega que nunca deje de reír. "No te vayas", susurra el ánima, "nunca dejes de reírme el día no dejes que se duerma el Febo de mi corazón, no pares de reírme la vida a través de las venas."

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Qué jodido es tener la convicción de vivir. Cualquiera vive así por inercia, en auto, pero decidir... Es decir, plantearse vivir. Buscar la manera de vivir. Hacer un terrible esfuerzo por querer vivir. Poner un esfuerzo, darle la mano a gente. El verdadero acto de altruismo: hacer vínculos sabiendo que te vas a morir.  Elegir vivir. Decidir vivir. Decirle que sí a gente. ¿Qué loco no? Yo pienso que cada vez que la gente se pone de novia está habilitando un pacto que no va a cumplir, porque se va a querer morir. Es decir, cada vez que te comprometés con un vínculo es un compromiso de estar vivo. Yo te prometo que voy a vivir hasta entonces no estemos más juntos. ¿Y después? O sea, sí, es un pequeño casamiento dado que lo que separa sería la muerte.  En otras palabras, ¿qué muere realmente cuando uno se separa? ¿Será posible que no sea realmente una muerte física? Aún yo tengo la convicción de que alguien se muere. No quiero que los demás se mueran. No me quiero morir yo tampoco...